Yo y Valeri con nuestra caza del día

Yo y Valeri con nuestra caza del día

Este pequeño relato lo he dividido en dos partes: Caza del Ganso en Estonia la última semana de Septiembre y primera de Octubre y Caza de la Becada la última semana de Octubre y la primera de Noviembre.

En la primera etapa, conocí el interior de Estonia, un paisaje maravilloso, lleno de bosques, cultivos, lagunas y prados, con una amalgama de colores otoñales que haría deleitar a los fotógrafos y pintores más exigentes. En esta primera excursión, el objetivo era la caza del Ganso. Practicamos esta caza de dos formas muy distintas, una primera a la mañana, en rastrojos, con señuelos de gansos, reclamos de voz y Blinds (una especie de sarcófago camuflado para poder esconderse y no ser detectado por estas aves tan maravillosas como astutas) y la segunda que se desarrolla a la tarde-noche, al paso, esperándolos en sus lagunas donde duermen y descansan.

Explico mi relato de la caza matutina con un lance porque considero que es la mejor forma de intentar transmitir una vivencia más que indicando o cuantificando el número de ejemplares abatidos.

Antes de comenzar la jornada de caza, en los días previos se realizaron diversas búsquedas de las zonas donde estas aves estaban aquerenciadas. Una vez determinado y seleccionado el lugar, se fijó la hora de reunión para el día siguiente, las 05:00 mañana. Al día siguiente, cuando sonó el despertador, me embargo una ilusión como la de un niño el día de navidad, no era consciente ni de la hora ni del cansancio. Nos preparábamos todos los asistentes para el gran día: Timo, el experto guía, Valeri, un encantador cliente de Letonia y yo. Nos dirigíamos al punto de encuentro para tomar un café y de allí al rastrojo seleccionado con mucho cariño y tesón los días anteriores. Una vez alcanzado el lugar, nos dividíamos las tareas, tanto los profesionales como los clientes. Unos colocábamos los señuelos, siempre dependiendo del viento y siempre alrededor del Blind y otros colocaban el Blind y lo camuflaban acorde al entorno, aprovechando la masa vegetal que el campo no proveía.

Una jornada excepcional

Una jornada excepcional

Por fin, mientras terminábamos los últimos flecos de los preparativos, empezaba, de forma tímida y perezosa, a salir los primeros rallos de sol. Es entonces, cuando nos dispusimos a introducirnos en los habitáculos llenos de nerviosismo e ilusión, que se veía acrecentado con los primeros cantos de nuestros queridos gansos.

Era cuestión de tiempo tener el primer lance. Nuestro experto, Timo, un lugareño y gran conocedor de la caza de esta ave como de otros animales, comienza a dar rienda suelta al señuelo de voz, de forma precisa y rítmica. Al cabo de unos interminables y excitantes segundos, una de las cuatro bandas que en esos momentos divisábamos surcando nuestra zona, empezó a dirigirse hacia nosotros. En un primer momento, la banda descendió un poco sobre su altura inicial pero a pesar de ello no estaban a tiro, clásico error de nerviosismo el apresurarse y no dejar cumplir. Una vez hubieron sobrevolado nuestro perímetro y ya más confiados, uno de ellos tomo la decisión de descender sin contemplaciones y el resto le siguieron a continuación. Volvieron a dar otra vuelta y los nervios volvieron a aflorar, esta vez de forma más exagerada, las pulsaciones se disparan pero internamente sabíamos que todavía no había llegado el momento óptimo para finalizar el lance. Una vez vencido este segundo momento, ya solo quedaba que siguieran descendiendo y así fue. La banda, de unos 35 individuos, empezó a encarar nuestra posición a una altura de 15-20 metros, poco a poco se iban aproximando, viéndoles el plumaje de forma cada vez más nítida, así como la cabeza, el pico y hasta los ojos. En ese momento, cuando los gansos se encontraban en nuestra vertical, nuestro experto guía y profesional dio la orden, SHOOT (disparar). Nos incorporamos a ambos lados, Valeri y yo. El lance de ejecución, que personalmente es el que menos me importa, se produjo en un 3 ó 4 segundos. El resultado fueron 4 gansos y una sonrisa de oreja a oreja, nuestras caras reflejaban el concepto de la plena felicidad.

Finalmente, después de tres mañanadas, como así lo decimos en mi tierra, abatimos suficientes ejemplares como para no olvidar ninguno de los lances y para recordar estas experiencias vividas para el resto de nuestras vidas. No indico el número porque no me parece que sea algo relevante ni importante. Solo indicar que tanto Valeri como yo decidimos en dos de los tres días dejar de disparar ya que teníamos nuestras ansias cinegéticas más que colmadas.

Foto de una de las Lagunas

Foto de una de las Lagunas

El segundo relato es sobre la caza del ganso en horario nocturno, con la puesta del sol y un ratito después, especialmente si hay luna llena. Antes de nada deciros que las diferentes lagunas que conocí eran de una belleza única, rodeados de pinares de poca altura ya que la zona tenía mucha agua y el crecimiento de éstos se vía limitado por la poca superficie de tierra.

Como os he indicado, llegamos a la zona de caza una hora antes de la puesta del sol, el trayecto a los cazaderos era términos generales, exigente. A mí, personalmente, la laguna que más me gusto era la laguna cuyo acceso era difícil, un kilómetro de agua y fango, donde no es difícil perder parte de la indumentaria, en especial la botas de agua y con la consiguiente empapada de pies. Por ello, si os decidís a aventuraros en estas jornadas de caza, os invito a que llevéis botas de goma de pescador, las que llegan hasta las ingles.

Impresionante la cantidad de Gansos

Impresionante la cantidad de Gansos

Una vez alcanzado el lugar, nos colocábamos en los puestos, dejando la mochila con cartuchos y la escopeta apoyada para poder coger un poquito de aire. Al principio te encuentras en un paraje solitario, bello e inhóspito donde reina el silencio y se masca la tensión. De repente, se oyen los primeros cantos y se divisan las primeras bandas. En ese momento, todos nos metemos dentro del puesto, un parapeto compuesto de un tejadillo de tela camuflada sujeta a los propios pinos. Los expertos guías, Timo e Igor, comienzan a hacer uso de los reclamos, algunas bandas pasan sin hacer caso alguno pero de repente, por detrás de nosotros oímos una banda que literalmente nos había cazado, venía por nuestra retaguardia atraída por los reclamos. La tensión iba creciendo, la banda se aproximaba y además, a una altura de escándalo, a unos 5-10 metros de altura. Los dejamos cumplir de forma regular, quizás nos aceleramos un poco y disparamos unos 5 segundos antes de tiempo. Logramos abatir 3 gansos pero la fiesta había comenzado. A partir de entonces hasta pasado una hora desde la puesta de sol, fue constante e incesante la entrada de gansos, muchos de ellos fuera de tiro pero algunos otros no. Pasamos una tarde de ensueño y como lance final del día o mejor dicho de la noche, tuve la suerte de poder abatir uno de estos ejemplares en preciso instante en el que cruzaba la luna. La estampa fue única y el sonido el animal al caer inerte sobre el suelo empapado de agua fue estrepitoso, un escalofrío de plenitud me recorrió todo el cuerpo. Las siguientes jornadas nocturnas fueron más o menos similares, es decir, inolvidables.

Espero que estos dos relatos de caza del ganso os hayan transmito algo de lo que viví, que fue increíble. Solo deciros que los gansos que cace fuero “careto”, “campestre” y el “piqui-corto”. El ánsar común no había llegado todavía a nuestras postrimerías.